miércoles, 13 de mayo de 2009

De Filóloga

Estudio en el cuarto cerrado, me pongo un almohadón en el respaldo de la silla porque sino me encorvo y se me acalambra la espalda. Desparramo los libros, abro la cartuchera, prendo la lámpara . Me calzo las gafas. Plis, no me mires así.
No llevo ni 2 carillas de lectura que me distraigo, levanto uno de los cuadernillos de apuntes, alguien que pasó por ahí ha escrito sobre la madera de la mesa: “Aquí estudia Lola, pequeña Einstein”.
Y hay un dibujito de una carita con anteojitos y ojos bizcos. Me causa mucha risa.
La panorámica continúa con el lapicero. Lo tengo desde que vivía en la pocilga de Belgrano en Bahia. Es de lata, tiene un escocés celeste y rosa y una imagen de esas muñecas sarakey con capelina, muy barrocas. Después de 20 años, es la primera vez que me centro en él. Dice SARAH KAY . No es sarakey y todo junto, no. Es el nombre de ese tipo de muñecas; se llama Sarah y tiene como segundo nombre o su apellido es Kay. Claramente, perdí el ritmo de lectura.
Una amiga le decía a las albondigas, esas que se comen preferentemente con arroz, almondigas. Descubrí con gran asombro y no hace mucho que era una Gran mentira eso de que si comés las bolsitas de azúcar que te trae el café en lo bares te salen gusanos en la panza. Es un engaño de los padres eso de que si comés las semillas de naranja te crece un árbol de naranjas dentro del estómago. Si, no hace mucho que estoy al tanto de esto; de que es una mentira nomás. Y bueno, tampoco tiene mucho sentido eso de que se le saque tarjeta roja al jugador porque está amonestado. Es porque está amolestado. Amoles-tado porque molesta al resto del equipo con su conducta incivilizada.
Las letras son oriundas de distintos lugares: la i latina procede del latín y la i griega o Y es originally de Grecia.
Después te cuento cómo me fue en el parcial. Parcial, que no involucra lo Total de los contenidos de la materia.

viernes, 1 de mayo de 2009

Sin Reglas

"No Hay Reglas para el amor" dije muy naturalmente en el ferry que te lleva a la estatua de la libertad gratis. Jochi apretó rec en su camarita, me pidió unas palabras y yo, que estaba muy locuaz y que venía despotricando blasfemias contra un monumento que tiene mucho que envidiar al obelisco, grité una sorpresiva declaración.

Las chicas, que siempre me insistían para que teorice sobre algún asunto ahora encontraban algo. El borrego que nos acompañaba de viaje me devolvía aplausos. Todos envueltos en un paisaje vistoso, aprovechamos el singular estado anímico en el que me encontraba.

Twister de emociones -o bautizé o puede ser un Tsunami, pero todo para caracterizar el efecto casa Gran Hermano: todo es motivo de llanto y de risa, todo desconcierta y, -parafraseando una curseada recurrente-: las emociones están a flor de piel. Así fue: No Hay Reglas para el Amor, (y tampoco para el pelo, pero esa es otra discusión, que si quieren podemos tratar en otro momento).
No Hay Reglas para el Amor destruye todo tipo de conjetura, especulación y debate en materia amorosa.
Que si no te llama es por cagón o porque no te da bola o porque está con otra o porque está demasiado enamorado y tiene miedo de mostrar mucho interés.

Que si te llama es porque muere de amor, porque está aburrido o porque solo quiere un revolcón, y está bien, si vos solo querés un revolcón. ¿ O no?.

Que no quedás como regalada, las mujeres también quieren divertirse asique llamalo vos, que si quiere pensar que estás loca de amor allá él, mostrare segura.

Que si es muy lujurioso tiene la idea fija, que si no se muestra cariñoso en público le das vergüenza o que es demasiado puritano y recatado.

Que si actúa afrancesadamente es gay, si es caballero es cursi, si se depila el pecho es metrosexual. Pero tampoco que se abra el botón de la camisa con tanto pelo, que no cuide tanto las formas y que, si no las cuida, es un salvaje maleducado.

Que todos son garcas, que todos son iguales, que no te valora, que él se lo pierde, que es un inmaduro, es histérico o resulta que ahora no quiere tener novia pero te hace creer que te quiere. Que vos debés actuar como un premio.

Se abre el terreno para las opiniones. Y más si uno no está muy seguro de lo que siente o respecto de la situación amorosa por la que está atravesando en cierto momento.
Lo más evidente, y que se olvida con frecuencia, es que tales opiniones proceden de experiencias personales que han permitido a cada una de esas amigas ir hipotetizando. Pero, no basta con que venga la compañera de estudios de nuestra amiga contándonos su historia, para que esas hipótesis que habíamos adoptado con fervor desde hacía un día, con nuevas posibilidades, se vean enroscadas. Pues claro, siempre hay otras y nuevas posibilidades.

Por este motivo, ese día histórico en el que afloró el No Hay Reglas para el Amor, puse freno a las discusiones en las que se enhebran conclusiones alrededor de una historia o intento de historia de amor. Así fue cómo, casi sin darme cuenta, estaba abortando futuras asambleas acerca del papel desempeñado por los mensajes de texto en los inicios de una relación amorosa. Estaba cancelando el tan mentado interrogante acerca de cómo darse cuenta que uno está enamorado. Y eso que nunca falta quien se jacta del trilladisimo: “cuando uno realmente está enamorado, simplemente lo siente así”.
He ahí la máxima revolucionaria, No Hay Reglas para el Amor es la antesala, el antecedente de todo lo que puede decirse y lo que deba decirse antes de hablar de amor. Está claro, amor en sentido amplísimo.
En todo caso, digamos SI a las discusiones, exposiciones de opiniones, pero nunca dejando de advertir que más allá de lo que pueda una decir, por nada del mundo, la convierte en testigo de un fenómeno universal. Desautorizemos a los todólogosdel amor que insisten en convencernos, por ejemplo, de la causa unívoca del accionar infiel. A saber, la inseguridad. Ya que, si algo dejé por sentado enfrente a la cámara de video, es que cada historia reinventa teorías nuevas.

Este es el punto de partida que debe guiar toda puesta en común. Sin ser fatalista, ni intolerante, no intento hacer campaña de destrucción a todo ámbito de conversación sobre toda clase de amorío.Por lo contrario, solo abstenerse de aquellas conversaciones que intentan buscar certezas, resoluciones, convicciones.

Con el mismo fervor con el que proclamé en su inicio (a bordo del catamarán turista y agitando un vaso plástico de Starbucks como micrófono), el No Hay Reglas para el Amor, propone transformar todo contenido argumentativo en mera descripción personal.

Sin descreer en las reiteradas coincidencias que pueden darse entre el caso propio y el de una amiga de la amiga de la prima, con un grito: No Hay Reglas para el Amor (y punto final).