viernes, 26 de septiembre de 2008

Perfíl Dificil


[A las chicas, que no paran de rebatir mis teorías y de enseñarme nuevas. ¡Y como las quiero! ]


-Tenés un perfil difícil de ubicar, me dijo mi hermana ante mis abruptos comentarios sobre la ignorancia que le repercute mi persona a los hombres. Esa declaración resonó como ecos, una y otra vez, en mi cabeza. Le dije que tenía razón y le agradecí por poner las palabras justas a un sentimiento que alberga en mi desde hace tiempo y al que no lograba etiquetar.

Tal cual, es así, me auto convencí. No tengo éxito con la gran mayoría de hombres porque tengo "un perfil difícil de ubicar".

¿Original?, ¿única? , quizás la mayoría de los hombres no me ven como a una Mujer, así bien latina, y eso es lo que hoy se convierte, o por lo menos yo lo vivo, casi como un problema.

Soy demasiado espontánea, verborrágica, digo lo que viene a mi mente, lo que sale sin pensar. ¿Inocencia?, yo prefiero decir exceso de naturalidad, autenticidad, pecaminosa sinceridad.
Entonces, de una, el pibe me ve y se siente como pez en el agua para hablar de otras mujeres, de trabajo, de fútbol. Pero soy una estúpida porque si de ejercitar el diálogo se trata, adelante; y "¿querés hablar de Beijing?". Daleeeee, yo me engancho y me pierdo por las ramas.

Para empezar, hablemos de Pekín como todo mapa comprado en la república lo indica, y no como dicen los yankies, y dale, discutamos del nefasto tenis argentino que prefiere la joda antes que la disciplina de entrenamiento, hablemos de la selección, del salto de garrocha, de los pro-Riquelme, de la crisis institucional de River Plate. En el conversar fluido, a veces se cuela mi mirada femenina que opina sobre la calidad estética de los jugadores; que Messi se parece a Quasimodo, que el otro se corte ese pelo, que el que a mi me gustaba era Almeyda, que ese tiene actitud, que al otro le re doy un beso, etc etc.

Ahi si que aparece el instinto que juzga quién es lindo y quien es feo más allá de si son buenos deportistas. ¡Claro! decime, qué necesidad tengo de andar abogando sobre las habilidades defensivas del ratón Ayala en medio de un cumpleaños ante un excompañero de colegio. Cero coma cero tacto, cero intenciones de que a una la miren como potencial madre de sus hijos. ¿Perdón?¿dijiste hijos?¡¿Hijos?!, yo hoy por hoy no quiero tener hijos, sucede que los hombres piensan que las mujeres solo quieren tener hijos. Pero esas son mujeres de las otras, que sueñan con casarse de blanco frente a la autoridad divina. Voy a decir algo: No me vengan a negar que los hombres las prefieren tontitas, con espíritu casero y maternal. Quieren maestras jardinera. No, yo no quiero jardines. O buen, para tomar sol y sacarme este verde de la piel, me basta un patiecito, una azoteita, una terrazita. Para broncearme mientras hago crucigramas de la revista del domingo.

<> dice el eco interior. Los hombres prefieren otro estilo y me siento una suerte de Gaby Sabattini en versión edulcorada. Para colmo, el espesor de mi voz es digno de ser descripto en un texto aparte. Hoy le doy la razón a aquel boludo del club que, hace décadas, me torturaba con que tenía voz de camionero. "¡Hola, soy Moyano!".

Así es muy difícil vestir el sex-appeal que impacta de primeras al individuo masculino. Y lejos estoy de que me miren con voraz hambruna sexual. O al menos, estadísticamente -¡porque yo tengo estadísticas!- , así ha transcurrido, lo he sentido, hasta entonces.
Per-fil di-fi-cil de encajar diría mi hermana más tarde poniéndole explicación al asunto sobre el que vengo hipotetizando frente a mis amigas hace rato.

Lo del perfil difícil es, sencillamente, difícil de explicar porque a esta altura se puede uno imaginar que soy un medio marimacho, una torpe que no sabe como manejar su cuerpo de ropero.
Pero no es tan así. Porque una le pone garra a la vida. Siempre tengo una prenda de moda, mi rutina religiosa de higiene personal roza la obsesión y, al contrario de muchas mujeres, siento mucho placer de ir y de estar depilada. Bien decidida, esta muchacha no dudó en comprar maquillajes importados una vez que obtuvo los primeros dólares. Hay verdes invertidos pero también hay tiempo y energía puestos al servicio de la asignatura estética. Por eso digo, atención, atención (si estás en la calle o vas a cruzar, prestá atención, prestá atención…) que no se van a creer cualquier cosa, no no.

La feminidad se puede ir por la borda y por la boca de esta letrina digna de una mujer crecida a los ojos de un hermano varón que es clon de Jeimito, el protagonista de todos los chistes. Pero ojo con ese corte de pelo que grita lo último del fashion europeo, ojo con las piernitas de esta chica que le mete duro y parejo a la bici. Además de tener una derecha magistal. Jeje.

Listen and repeat: PER-FIL DI-FI-CIL, para la mayoría de ustedes que prefieren, qué se yo lo que prefieren. Yo prefiero sacarme el rótulo de machito, me aburrí de ser el bufón de la fiesta. Desde hoy,agendalo, empiezo a ser sexy.

domingo, 21 de septiembre de 2008

El suicidio de la mucama


En lo seguro, está mamá quejándose de que para ella esas no son vacaciones si no se lleva alguien que la ayude. Es que son muchas cosas; los chicos que demandan cuidados, la ropa que hay que lavar, los horarios, la comida, las plantas, el pasto, la limpieza casi diaria por la arena que se junta en todo rincón de la casa. Papá cedió a su pedido.

Me mandaron a caminar hasta el espigón con La Chica, se llamaba Dorama. Corría delante de mí, sacaba larga ventaja y yo que quería pasear ya empezaba a incomodarme el pánico de quedarme sola y pérdida en la playa de la multitud. Ella avanzaba enérgicamente y, a larga distancia, se daba vuelta hacía mí, mostrándose, dedicándome una sonrisa burlona. Gozosa se movía la chica por la arena, jactándose de esa situación que le confería poder sobre mí, sea para cuidarme, sea para abandonarme en ese preciso momento. Yo estaba a su cargo y eso, estoy segurisima, le daba un estado de confort.

Yo la perseguía con la mirada y era su malla desgastada de flores flúo de la que mis ojos no podían apartarse. Cuando casi la perdía de vista, mis pasos se volvían apresurados pero disimulando siempre mi preocupación. Por dentro, me gritaban las ganas de huir de allí. Y me tranquilizaba pensar en los brazos de mamá que me esperarían a la vuelta, con galletitas de miel que bien sabía guardar en la lata de Terrabusi que bajaba en la canasta de la playa.

El calor, la gente, el ruido de mar estaban en silencio y todo transcurría en cámara lenta a mi alrededor. Lograba contener mi llanto la esperanzadora idea de que, en caso de ser raptada o de que la chica me dejara sola, al final de la tarde, alguien se iba a dar cuenta de que yo no había vuelto y empezarían a buscarme.
Qué inconciencia la de mamá que me deja al cuidado de esa mujer que no llega a doblarme en edad. Te juro mami y sin cruzar los dedos que no hago más berrinches cuando no quieras bajarme a la playa todos mis moldes porque "no podés con todo", no pido nunca más que me compres un helado cada vez que pasa el heladero que grita “eeelao, eelao”, ni te hago esperar cuando vamos al centro a comprar pulseritas. No me muevo nada de tu lado.

Me pasó que me puse muda y no pude decir que no, que no quería ir caminando a ver al faro más de cerca con Dorama. Fue que Silvia, la amiga que toma sol con mamá, me propuso un programa porque debe haber pensado que estaba aburrida. Yo me quería quedar allí, junto a las reposeras de ustedes, aunque hablaran cosas de grandes y no me llevaran el apunte en lo más mínimo. Pero como no hablé, no dije nada, ahora me resta seguirle la atención a esta negra que pretende dejarme sola en medio de los médanos.

Se trataba de mi mucama y no de una amiga con la que, de igual a igual, podía jugar, divertirme y pasar los ratos.

Por esto digo que hasta fue algo liberador cuando, en alguna de las siguientes noches, nuestra chica se haya querido sacar la vida de encima tirándose desde el balcón de nuestro departamento. Mamá la pescó lloriqueando, pasando las patas para el otro lado de la baranda, con medio cuerpo afuera y temblando. La agarró del hombro, la metió para adentro y trató de calmarla mientras ella tiraba piñas al aire. Dorama lloraba a moco tendido y a mi me mandaron para atrás donde mi hermano y los amigos se disputaban un torneo de ping-pong.

Ahora mamá tendría que encargarse de nosotros, de toda la limpieza de la casa con la que no se da a basto con tanta arena que entra, y de Dorama que quedó pálida de tanto llorar y gritar.

Pero me apeno de que no voy a oír más los gritos de Dorama que anuncian la hora de tomar la leshe. Ella siempre ponía primero la leche y después el nesquik, al revés de mamá que nunca pudo igualarla en materia de meriendas y desayunos. Igual yo no digo nada para que mamá no tenga que preparar la leche de nuevo. Ya veo que voy a extrañar esas historias sobre novios que siempre nos contaba y con las que siempre terminaba llorando. Pobre Dorada, que ya no me va a pelear más cuando la llame así. Entonces, yo le hacía saber que si ella quería, podía traerse el catre donde dormía, entre la cama de mi hermana y la mía, para que no se quedara ahí sola.